Intentando plasmar lo que normalmente no se ve, o, en muchas ocasiones, no se quiere ver, las obras de Joel Ristol nos hacen un recorrido por lugares de nuestro día a día, espacios y escenas que no cuentan con una belleza canónica ni con unas composiciones grandilocuentes. Son imágenes de nuestro actual costumbrismo ligadas a un fuerte diálogo temporal, que quizás, podrían definirse como escenas de un silencio atronador, con un aura mística, donde parece que por un instante se haya detenido el tiempo, un retrato de aquel segundo antes de que la escena se derrumbe; pero en el fondo sabemos que todo sigue y seguirá igual porque también de esto nos habla la obra. Tomando como referencia el escrito “Das Unheimliche” de S.Freud, el cual se puede traducir como “Lo Siniestro” o “Lo Extraño” las pinturas tienen algo similar, el artista busca transmitir paz con los espacios y con la luz , la luz de las doce y media del mediodía, una hora que para el autor tiene un misticismo especial, pero a la vez una pequeña sensación de angustia crece dentro de nosotros, esta dualidad de las obras que nos recuerda que el tiempo pasa y que , como los escombros y los espacios desolados por donde podemos pasar cincuenta veces y no verlos, en ocasiones no lo pensamos, no lo vemos o no queremos verlo y aún así el tiempo pasa.